Su obra concilia los preceptos universales de la modernidad con la tradición vernácula e histórica. Admirador de los maestros Aalto, Asplund, Wright o Mies, sus proyectos no permanecieron ajenos a la evolución de la arquitectura moderna, pero surgieron invariablemente a partir de una rigurosa reelaboración personal.
En 1957 ganó el concurso de la que sería su obra maestra, la Ópera de Sidney (1956-1973), un monumental edificio donde combina la tradición de las plataformas masivas con la abstracción formal de las cáscaras materializadas como fragmentos de una única esfera. Sin embargo, tras un largo proceso de desencuentros, Utzon fue obligado a abandonar, en 1966, la proeza estructural de la construcción del edificio que ha llegado a ser el icono de Sidney y Australia.
conjunto de viviendas Kingo
y el de
Fredensborg...
la iglesia de Bagsværd...
No muere del todo...
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